Como tantos hombres de la historia conocidos por el arte, la ciencia, la búsqueda de conocimiento, siempre buscaron algo que les acercará a obtener respuestas sobre la posibilidad de vida después de la vida. Entre esos ilustres hombres se encontraron Arthur Conan Doyle, Charles Dickens... Y Víctor Hugo. ¿Quién podía pensarlo? El ilustre poeta, dramaturgo y novelista, nacido en Besançon, Francia, en 1802. Considerado el máximo exponente del Romanticismo en su país. La infancia de Victor Hugo transcurrió en Besançon, salvo dos años (1811-1812) en que residió con su familia en Madrid, donde su padre había sido nombrado comandante general. De temprana vocación literaria. Victor Hugo, que pasó largas temporadas en la Isla de Jersey, en el Canal de la Mancha. Lo que hasta hace poco permanecía vedado al lector en castellano era la transcripción –realizada por el mismo Victor Hugo– de las comunicaciones que el autor de Los Miserables tuvo con los espíritus de Shakespeare, Platón, Galileo, Jesucristo... o incluso con entes como el Drama o la Muerte. Un libro apasionante donde explica las conversaciones sesudas en algunos casos, pero de un interés vital, que realiza junto a amigos y familiares a distintas horas de la tarde y la noche, a través de un velador en su casa, durante su exilio en el Canal de la Macha por razones políticas, toma la costumbre de sentarse alrededor de una mesa de tres patas; una mesa mediúmnica que se mueve y les habla. A través de ella, el gran escritor -escéptico al principio, devoto, apasionado y entregado después- mantiene conversaciones con Galileo, Jesúcristo, Shakespeare... Podríamos pensar que estaba loco, pero junto a él estaban su mujer y su hijo, y participaban activamente en las diferentes conversaciones, todas ellas de un alto nivel y que correspondería al pensamiento en vida de cada uno de los ilustres presentados en cada sesión.
Una publicación desconocida del dramaturgo, que ha visto la luz publicada por la editorial WunderKarmmer; cámara de maravillas, como así se traduce y nunca mejor dicho, ya que define de forma exquisita el cuidado con el que ha sido publicado, Lo que dicen las mesas parlantes, que recoge las transcripciones de Víctor Hugo de sesiones mantenidas entre 1854 y 1855, textos llenos de misterio y de lirismo, que sin duda no van a dejar indiferentes a lector.
Por ejemplo el extracto siguiente:
29 de abril de 1985. Diez de la noche. Charles y Madame Hugo conducen la mesa. Están presentes: Mademoiselle Allix, Emile Allix, Vaquerie y Víctor Hugo.
Víctor Hugo - ¿Quién está ahí?
- Tenemos una observación que hacer. A menudo nuestras palabras coinciden con las que vosotros escribís. Parece que eso importuna los grandes trabajos. Sin explicarnos sobre esas coincidencias, os prevenimos que ante la llegada de palabras y frases, estas serán cambiadas inmediatamente y deberán ser borradas del libro; se entiende que nosotros guardamos el fondo de las ideas; hablamos únicamente de estilo; debíamos este homenaje al doloroso trabajo humano.
-¿Es a mí a quien se dirige esta observación?
- Sí.
La mesa empieza de nuevo sola después de un intervalo.
-Platón.
¿Eres tú quien acaba de expresar las observaciones y las diversas respuestas precedentes?
-No
-Un Saludo. Habla. Te escuchamos Platón.
-Vengo a hablaros del sueño. Cuando los vivos se duermen, establecen inmediatamente comunicación entre su cama y la tumba. Todo cuerpo acostado toma la línea horizontal del alma. El que duerme se convierte en el despierto de la sombra; no resta inmóvil, vuela en la inmensidad; no es ciego, ve en el infinito...
Hace unas semanas en La Luz del Misterio, en London Radio World manteníamos una interesante y profunda conversación con su editora, Elisabet Riera, sobre dicha publicación y la intrahistoria apasionante de cómo descubrió los manuscritos de este maravilloso libro y lo que representa.
ESCÚCHA LA LUZ DEL MISTERIO
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