Entrevista realizada para El Ibérico
By Julio Barroso
Iñaki Gabilondo se define como un periodista radiofónico, un género que ha contribuido a realzar, sin duda. Es el espejo de un brillante maestro en donde las jóvenes generaciones de periodistas, necesariamente, debemos reflejarnos y así poder proseguir nuestro propio camino, por la estrecha y arenosa línea que él ya ha recorrido. Un hombre de la profesión y por la profesión, que seguramente morirá con las botas puestas.
Gabilondo lo tiene claro, él prefiere los campos sembrados de dudas a los abonados con afirmaciones radicales. Se define como una persona sumida en un mar de dudas, incluso acerca de lo más sencillo y fácil de explicar. Siempre comenta que siente miedo de aquéllos que lo tienen todo claro, porque cada día que la luz se enciende sobre el alba hay una nueva creación, una nueva historia que conocer, un nuevo mundo por descubrir.
Perseguidos por un OVNI
Junto a un nutrido grupo de prestigiosos periodistas, Iñaki Gabilondo fue testigo directo del vuelo de un OVNI. Sucedió en 1978 y asegura que es la experiencia que más le ha impresionado en su vida.
“Nos dirigíamos a China en el primer avión español que tomaba tierra en ese país”, aseguraba Gabilondo. “Era una visita oficial que realizaron los (anteriores) reyes de España, aunque sus Majestades viajaban en otro avión. Hubo una recepción en la embajada y estábamos hablando unos cuantos periodistas de un extraño objeto que pudimos ver durante el vuelo.
La (que fuera) Reina de España en aquella época, muy aficionada al misterio, vino enseguida.‘¿Qué os ha pasado, decís?’ —preguntó—. ‘Pues nada’ —le dije yo— ‘que durante el viaje vimos un objeto raro que no sabíamos qué era y llamé a Manu Leguineche y a Pilar Cernuda para confirmar mi sospecha’. Estuvimos todos mirando aquello sin poder descifrar, exactamente, de qué se trataba. Incluso el padre de Antonio Herrero — director de la agencia Europa Press— fue dibujándolo en un cuadernillo de hojas cuadriculadas:‘¿Crees que era así? No, más largo…’.
Gabilondo cuenta como al principio parecía un objeto, pero “después nos dimos cuenta de que era la luz que emitía un aparato que estaba justo detrás. Es como cuando apuntas con una linterna, sólo ves un redondel blanco, no sabes distinguir si es una esfera física o es la luz que emite y pasado un poco de tiempo te vas haciendo a la idea, vas viendo que es la luz que emana un objeto que está a tus espaldas.
Estuvo visible unos 20 minutos, recordaba Gabilondo. Unos días después hubo una recepción en el Palacio de Oriente con motivo de la onomástica del Rey. Contaba Gabilondo como anécdota que al acercarse los Reyes, la Reina se dirigió a él: “¡Vasco, ven! Cuéntale a éste lo del ovni, que a mí no me cree”.
Lo más íntimo de Iñaki Gabilondo
Tengo entendido que perteneces o pertenecías, junto a tu compañero y amigo Juan José Benítez, a un grupo llamado ¿S.O.P.A.?
Sí, es cierto. En aquellos viajes Juanjo venía con nosotros. Coincidíamos un grupo de siete amigos que nos denominábamos S.O.P.A. (Sociedad de Periodistas Amigos). Además de Benítez, también formaban parte del colectivo Pilar Cernuda, Jaime Peñafiel, Manuel Leguineche, Ana Zuzarre y Alberto Shumer. Era un grupo mágico, de verdad.
Iñaki, cuando tiene tiempo, repasa en el periódico el pronóstico de su signo, Libra. Ante los videntes, las mancias y la búsqueda de respuestas sobre el futuro, se muestra algo más cauto. “Yo percibo la existencia de las necesidades que el ser humano tiene que satisfacer en ese mundo. Pero ahí te encuentras con un verdadero ejército de embaucadores, de salteadores de caminos, de irresponsables estafadores que se están aprovechando de la debilidad de la gente.
Entre ellos hay, también, quienes estén respondiendo como es debido. Y la penosa realidad es que nos cuesta mucho discernir a los embaucadores de los que están transmitiendo novedades, verdades y valores importantes. La dificultad para el ser humano, desde siempre, ha sido y es distinguir esa realidad en el momento de su vida, en su tiempo. Cinco siglos después de muerto, por ejemplo, todo el mundo era consciente de que Van Dyck era un pintor muy bueno, pero cuando estaba vivo nadie lo pregonaba”.
El periodista también abriga dudas acerca de la vida después de la muerte, y no rehuye el tema. Cuando se le pregunta, acude a su mente el recuerdo de su primera mujer, que falleció tras una enfermedad de nueve años. Sus recuerdos siempre le han acompañado, y no sólo eso, le han resultado beneficiosos.
¿Crees que existen otras realidades?
Sí, no sé lo que pueden ser pero creo que existen. De entrada, veo dos: la común a todos y otra que es el mundo interior, también verdadera. Es la realidad de las emociones, las sensaciones, las preguntas sin respuesta… No me importa su nombre: espíritu, alma… pero sí es una realidad.
¿Te has acercado al mundo del espiritismo en alguna ocasión?
No, pero hay experiencias vividas con una gran intensidad, que no sé en qué medida pueden ser sobrenaturales. Lo que sí tengo más claro es que el ser humano es consciente de que ha perdido el contacto con el mundo de lo natural, y por ello existe una corriente ecologista, aunque todavía, desgraciadamente, está en una fase retórica.
Los curiosos intereses de Doña Sofia
Doña Sofía es desde hace años una apasionada de la arqueología y todo lo que tenga que ver con el mundo de los ovnis y lo insólito. En innumerables viajes realizados a Sudamérica se interesó por la fenomenología ufológica y esotérica de diferentes lugares. En Perú, se interesó por las extrañas piedras de Ica, supuestamente hechas por una civilización superior que muestran acontecimientos médicos y tecnológicos de una cultura superior, datadas en una época prehistórica.
Doña Sofia, reina por aquel entonces, pidió trasladar una de estas piedras que pesaba más de 50 kilos a la ciudad de Madrid. Ahora se puede ver presidiendo el jardín del Palacio de la Zarzuela. También se interesó por las pistas de Nazca, Perú, las cuales pueden ser solo vistas desde el cielo.
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